En este fin de semana decidimos hacer una excursión al volcán Telica, cercano a la ciudad de León. Llegamos a la zona y estuvimos viendo los hervideros de San Jacinto, unos agujeros humeantes en el suelo que prometían más de lo que fueron. Si que se notaba en calor en el suelo cuando pasabas cerca de ellos.
Más tarde contratamos dos guías que se comprometieron a subir al volcán con nosotros y a hacer noche arriba. Cuando nos dijeron que teníamos que contratar a dos guías nunca me imaginé que iban a ser dos chavales de 16 y 17 años que llevaban haciendo de guías desde los once años. Se pertrecharon con una mochila y dos machetes más grandes que un bate de béisbol (para la cantidad de vegetación en el camino, decían, aunque al principio nos dio bastante respeto) y comenzamos a andar.
Según ellos íbamos bastante lentos, y había alguna de nuestras chicas que empezaba a acusar el cansancio debido a que hacía mucho calor y el camino era muy polvoriento. Poco a poco fuimos ascendiendo por caminos cada vez más empinados y la noche empezaba a caer. La situación parecía difícil ya que de noche era peligroso subir por caminos donde podías tropezarte pese a llevar alguna linterna y también por el cansancio acumulado, tanto físico como psicológico. Hubo momentos en los que no sabíamos si parar a hacer noche o continuar, pero decidimos marchar haciendo paradas y más adelante el camino pasó a ser menos complicado y la luz de la luna (no era llena, pero daba luz como si lo fuera) nos permitía ver donde pisábamos. Al final llegamos al borde del cráter del volcán y tuvimos una sensación haber superado un gran reto, y la satisfacción de llegar a la cima es indescriptible.
Por la noche, y tras haber oído un derrumbe cercano, acampamos al aire libre en una ladera próxima al volcán donde no había peligro, y la verdad es que pasamos un poco de frío. Nos despertamos con la ilusión de ver la lava al fondo del volcán (ya que antes había mucho humo y no pudimos contemplarla) pero tuvimos mala suerte y el humo no había desaparecido pese al mucho viento que hacía. Poco antes del amanecer comenzamos el descenso que se hizo interminable, ya que estábamos muy cansados de dormir poco y de la andada y llegamos abajo muy fatigados y muy sucios, llenos de tierra del polvo que había por el camino. Me quedo con la experiencia de haber pasado una noche cubierto por un manto de estrellas al lado de un volcán increíble.
Las Peñitas
Como colofón a este fin de semana fuimos a la playa de Las Peñitas (cercana a Poneloya, donde ya estuvimos) el domingo a pasar el día, y la verdad es que estuvo genial, un día de sol, playa, y muchas olas que disfrutamos a tope y donde pudimos descansar. La playa de las Peñitas es muy bonita, pero hay que tener cuidado con las rocas (por eso se llama así), aunque hay zonas donde nos bañamos que no había ningún peligro. Es curioso como la gente de aquí suele bañarse vestido y nunca se alejan mucho de la costa debido a que pocos saben nadar (por eso no paran de decir que el mar es peligroso). Además he observado un detalle y es que hay gente que se baña con botellas de plástico de coca-cola vacías y cerradas, llenas de aire vamos, a modo de flotador.
Felicidadeeeeeeeeees Joselito!!!
ResponderEliminarespero lo estés celebrando con alguna excursioncilla bueeena!!pásalo genial!!!
un besaaazo!!