Llegó el viernes y nos fuimos a Granada, después de comer fuimos a la terminal de autobuses donde se puede agarrar el bus a Managua y de ahí a Granada. La terminal es una especie de descampado con zonas con tejados para los coches, y el bus es un monovolumen grande en el que caben 12 personas (eso si utilizan una silla suplementaria en el pasillo de los asientos). Y aquí no hay horarios, cuando se llena se sale. De Managua a Granada si que era un minibus como los de España, pero ahí aprovechaban hasta el pasillo, con la gente de pie todo el viaje (a alguno de nosotros nos tocó gran parte del mismo).
Y Granada muy bonito, sus calles y plazas están llenas de colorido por todas partes, pero se nota mucho el turismo. Es la ciudad donde no nos miraban, estaba lleno de cheles blanquitos como nosotros y para nada se nos notaba.
El sábado fuimos a hacer una excursión a las islas del lago Cocibolca, el más grande de Nicaragua (unos 8.300 km cuadrados) y donde se encuentran esparcidas pequeñas islas (muy pequeñas) cercanas a la costa (unas 365). Pero de todas las islas en la única que pudimos estar fue en La Fortaleza, la única que conserva el gobierno nicaragüense (el resto son propiedades privadas, la mayoría de extranjeros) y que utilizaban para defenderse de ataques piratas de países europeos cuando el lago todavía se comunicaba con el Pacífico. La verdad es que estas islas son muy bonitas, y son selva y naturaleza pura. En ellas comimos mangos cogidos directamente del árbol y un coco que nos abrieron con un machete, además de pegarnos un bañito en el lago con cuidado de los tiburones de agua dulce.
Por la noche tomamos algo en una terraza y todo lleno de extranjeros, y acabamos la noche montados en un bus con techo abierto que te llevaba por toda la ciudad con la música a tope en plan fiesta privada pero que era gratis ya que era una promoción de tabaco de aquí (incluso bebida gratis, no nos lo creíamos al principio).
En definitiva, muchas risas y una ciudad muy bonita para no perderse.
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